Voy a contar brevemente lo que pasó antes de ayer (jueves 22 de noviembre). Volviendo de un día largo para mí, tomé el tren de 22:30 en Constitución en dirección a Glew.
Por supuesto, ni bien abrieron las puertas del tren, el cada vez más común desespero por un asiento que incluso llegó a un nene entrando por una ventanilla (!).
La cuestión es que en Avellaneda (si mal no recuerdo) subió un anciano con un bastón. Al cabo de un momento, crucé miradas con otros pasajero que estaban parados, claramente pensando ambos "¿nadie se dio cuenta que este hombre no está en condiciones de viajar parado?". No pude evitar decir esto en voz alta, pero los que iban sentados permanecieron inmutables. Lo repetí, pero el que leía el diario, ni desvió los ojos, los que iban con auriculares así siguieron, los que iban dormitando, ni se enteraron o no quisieron enterarse.
En un momento el que iba con un resaltador marcando unas hojas se paró para agarrar la mochila del portaequipaje superior. "Bueno, por fin", pensé. Pero no, se volvió a sentar. El hombre se fue para la mitad del vagón y terminó sentándose sobre un apoyabrazos de los asientos enfrentados, donde había dos hombres de unos 30 y pico y dos chicas que no llegarían a los 20. Y todos, como si nada hubiera pasado. Para colmo, no había ninguna indicación de asientos reservados, como para poder decir "este asiento está reservado".
Cuando me bajé, el hombre siguió sentado sobre el apoyabrazos.Muy triste y sentí mucha impotencia. Nadie se hizo eco.
Voy a proponer algo que hago siempre: cuando lleguen a una estación terminal como Constitución en hora pico, siéntense. Dejen que los apurados suban a los empujones. Cuando todos hayan subido (lleva poco tiempo) cédanle el asiento a alguien que corresponda y sigan camino. Es más cómodo para bajar y no lleva tiempo. Perdón por lo largo de mi primer comentario en este blog.
Saludos,
Ignacio
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Gracias, Ignacio por tu crónica. Éste es el objetivo del blog, que cada uno aporte su testimonio y sugerencia para tratar de revertir este comportamiento. Lo que observastes en el tren, es lisa y llanamente falta de solidaridad.
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