viernes, 23 de noviembre de 2007

“COMANDO CEDÉ EL ASIENTO” (CEA)

Por la recuperación de los valores…en el transporte público, en particular, y en la Sociedad en general.

Ésta iniciativa, como podrán notar, fue bautizada por quién suscribe con un título, quizás, algo atípico y hasta risueño, pero –ojo- el mensaje no es broma.

Nace a partir de una necesidad de contrarrestar una actitud que desde hace un tiempo a esta parte viene notándose con mayor frecuencia en nuestra Sociedad: la pérdida de valores.

Y los medios de transportes públicos reflejan –aunque en pequeña (o no tanto) escala- la pérdida de algunos de los valores o “buenas costumbres” que nuestros abuelos –y desde más atrás en el tiempo también- nos han enseñado y que se supo trasmitir por generaciones (pero costumbres de las buenas, realmente, y no de las que nos querían imponer en una época, como tal; mientras, por otro lado, cometían aberraciones)

Estamos viendo con mayor frecuencia (y corríjanme si me equivoco o agreguen faltantes):

* Falta de solidaridad.
* Violencia.
* Discriminación.
* Egoísmo.
* Falta de compromiso (El “no te metás”).
* Corrupción.
* Ley de la selva.

Y un largo etcétera.

A través de CEA trataremos de combatir estas actitudes negativas. ¿Cómo? Mediante la denuncia tanto a los organismos competentes como de forma pública. Pero además, fomentando a través del ejemplo las buenas acciones. Y, fundamentalmente, a través de la concientización. Para ello es necesario que la enseñanza y el respeto partan de la propia familia y se recuerde en la escuela.

Desde este modesto y pequeño emprendimiento vamos a tratar de hacerlo en los medios de transportes públicos en buena medida (pero no será limitado a éstos). Vamos a denunciar las malas actitudes y destacar las buenas. Y ustedes, los lectores, en realidad no jugarán únicamente el papel de tales sino que serán participes de ésta web: a través de la denuncias, de los reportes, etc. Desde ahora están invitados a contar sus experiencias...y a actuar.

El caso que narré en mi otro blog (Una muestra más de la falta de valores) es un buen ejemplo de cómo hacer para ir contrarrestando estas actitudes. “Metiéndose”. Involucrándose. Haciéndolo notar de forma pública para que quién actúa mal se avergüence.

¿Cuántas veces subimos a un vagón de cualquier línea de tren y vemos a mujeres embarazadas, con bebés, ancianos y minusválidos, parados y apretados, por qué nadie le da el asiento? Aún cuando existen lugares reservados para éste caso. Y notamos que son escasas las veces que alguien dice algo. Incluso los propios "guardas" muchas veces se hacen los desentendidos.

¿Cuántas veces vemos subir a un colectivo a personas a las cuales corresponde cederle el asiento de forma inmediata y nadie de los pasajeros atina a hacerlo? Para colmo, son cada vez menos los choferes que lo solicitan.

¿Cuántas veces vemos que los colectivos no se detienen ante personas con movilidad reducida?. O si lo hacen, deben tolerar el mal humor del conductor y la indiferencia algunos –cada vez más- pasajeros.

¿Y en el subte?.. no voy a hacer redundante.
¿Cuántas veces escuchamos noticias de denuncias sobre corrupción?

¿Cuántas veces?. Muchas ¿no es cierto?...cada vez más.

Todos están invitados a ser parte de este “comando”. Un comando ciudadano reducido, en principio, que, espero, con el tiempo se transforme en mayoría. Un “comando” de personas que sientan y actúen frente actitudes repudiables. Pero que actué de buena manera. No con la agresión (ni verbal ni física) sino denunciándolo o expresándolo en voz alta, para que los que no respeten los valores, se sientan descubiertos.

2 comentarios:

Alejandro dijo...

ufff mañana busco unas imaagenes de x ahi..... mmm despues le cuento, lo dejo con la intriga

Ignacio dijo...

Sí, era hora de empezar con algo así.

Voy a contar brevemente lo que pasó antes de ayer (jueves 22 de noviembre).

Volviendo de un día largo para mí, tomé el tren de 22:30 en Constitución en dirección a Glew. Por supuesto, ni bien abrieron las puertas del tren, el cada vez más común desespero por un asiento que incluso llegó a un nene entrando por una ventanilla (!).

La cuestión es que en Avellaneda (si mal no recuerdo) subió un anciano con un bastón. Al cabo de un momento, crucé miradas con otros pasajero que estaban parados, claramente pensando ambos "¿nadie se dio cuenta que este hombre no está en condiciones de viajar parado?".

No pude evitar decir esto en voz alta, pero los que iban sentados permanecieron inmutables. Lo repetí, pero el que leía el diario, ni desvió los ojos, los que iban con auriculares así siguieron, los que iban dormitando, ni se enteraron o no quisieron enterarse.

En un momento el que iba con un resaltador marcando unas hojas se paró para agarrar la mochila del portaequipaje superior. "Bueno, por fin", pensé. Pero no, se volvió a sentar.

El hombre se fue para la mitad del vagón y terminó sentándose sobre un apoyabrazos de los asientos enfrentados, donde había dos hombres de unos 30 y pico y dos chicas que no llegarían a los 20. Y todos, como si nada hubiera pasado.

Para colmo, no había ninguna indicación de asientos reservados, como para poder decir "este asiento está reservado".

Cuando me bajé, el hombre siguió sentado sobre el apoyabrazos.

Muy triste y sentí mucha impotencia. Nadie se hizo eco.

Voy a proponer algo que hago siempre: cuando lleguen a una estación terminal como Constitución en hora pico, siéntense. Dejen que los apurados suban a los empujones. Cuando todos hayan subido (lleva poco tiempo) cédanle el asiento a alguien que corresponda y sigan camino. Es más cómodo para bajar y no lleva tiempo.

Perdón por lo largo de mi primer comentario en este blog.

Saludos,

Ignacio